En otra ocasión entrevistó a un joven actor de moda de un hotel de Kensington. Estuvieron encerrados en su habitación una semana, encargando cocaína, champaña y caviar a las diversas despensas del hotel. El día en que él debía marcharse, estaba especialmente silencioso. No la miró una sola vez mientras hacía las maletas, y ella intuyó que estaba ya ensayando interiormente su siguiente papel: el de novio amante y confiado de la asquerosamente rica heredera de Manhattan con la que estaba comprometido.
-¿No vas a dejarme ningún recuerdo por los días que hemos pasado juntos?-le preguntó por fin ella, entre coqueta y desesperada, desde la cama.
Él se enfundó las botas de vaquero, se puso en pie y la miró de arriba abajo.
-Ya te he dejado algo-dijo en voz baja-. Herpes.
-¿No vas a dejarme ningún recuerdo por los días que hemos pasado juntos?-le preguntó por fin ella, entre coqueta y desesperada, desde la cama.
Él se enfundó las botas de vaquero, se puso en pie y la miró de arriba abajo.
-Ya te he dejado algo-dijo en voz baja-. Herpes.
Comentarios
Publicar un comentario