A la edad de 25 la mayoría de la gente estaba acabada. Todo un maldito país repleto de gilipollas conduciendo automóviles, comiendo, pariendo niños, haciéndolo todo de la peor manera posible, como votar por el candidato presidencial que más les recordaba a ellos mismos.

Yo no tenía ningún interés. No tenía interés en nada. No tenía ni idea de cómo lograría escaparme. Al menos los demás tenían algún aliciente en la vida. Parecía que comprendían algo que a mí se me escapaba. Quizás yo estaba capidisminuido. Era posible. A menudo me sentía inferior. Tan sólo quería apartarme de ellos. Pero no había sitio donde ir.

Comentarios

  1. Saludos;

    Tan joven y tan vieja, que cantaba aquel.

    Veo que te ha gustado la prosa de Bukoski y su desesperanza vital, su lucha contra la rutina y la cotidianidad y el hecho de que no somos nada y algunos lo aceptan y otros no se lo creerán jamás, pero aquí estamos todos, en un bar de idiotas pensando que sabemos más que los otros idiotas. Muy buen gusto, pero no te dejes llevar por la desesperanza que la cosas también tiene cosas buenas y Bukoski en el fondo no era más que un vividor (no sólo bebedor) ávido de esas cosas.

    Coincido también en el post sobre los amantes, que no conocía pese a que de vez en cuando me paso por los lares de la rubia underground, blog que considero muy interesante pese a que a veces se les va un poco la olla a los contertulios, negando el holocausto, creyéndose el ombligo del mundo y cosillas semejantes. Me parece un escrito magnífico que habla de la vida y de la pasión.

    En fin; un placer hacerte una visita, un besazo desesperado.

    Spirit

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