este tipo del mono del ejército se me acercó y me dijo, "ahora ha pasado lo de Kennedy, tendrás algo de qué escribir". se dice escritor, ¿por qué no escribe él sobre ese asunto? siempre tengo que recoger sus mierdas y metérselas en un saquito literario. creo que ya tenemos bastantes especialistas en el caso... ésta es la década de eso: la Década de los Especialistas y la Década de los Asesinos, y ninguno de ellos vale un cerote de perro cristalizado. el principal problema de una cosa como el último asesinato es que no sólo perdemos a un hombre de cierto mérito, sino que perdemos también beneficios políticos, espirituales y sociales, y esas cosas existen , auqneu parezcan tan altisonantes. lo que quiero decir es que en una crisis de asesinato las fuerzas reaccionarias y antihumanas tiendne a solidificar sus prejuicios y a utilizar todas las brechas como medios de echar a la Libertad natural del jodido taburete del final de la barra. no quiero presumir demasiado de estar ac
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"No puedo seguir viviendo conmigo mismo". Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era ese pensamiento. "¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el "yo" y el "mí mismo" con el que "yo" no puedo vivir vivir". "Quizá", pensé, "sólo uno de los dos es real". ----- Así pues, cuando usted escucha un pensamiento, usted es consciente no sólo del pensamiento, sino de usted mismo como testigo de él. Ha aparecido una nueva dimensión de conciencia. Mientras oye al pensamiento usted siente una presencia consciente -su ser más profundo- más allá o debajo del pensamiento, como quien dice. El pensamiento entonces pierde su poder sobre usted y rápidamente se calma porque usted ya no le da energía a la mente por medio de la identificación con ella. Este es el comienzo del fin del pensamiento involuntario y compulsivo. ----
estábamos sentados en la oficina después de otro de aquellos partidos de siete a uno, y la temporada iba mediada ya y estábamos en cola, a veinticinco partidos del primero y yo sabía que era mi última temporada como entrenador de los Blues. nuestro primer hitter había bateado. 234 y nuestro primer meta base se anotaba seis. nuestro primer pitcher andaba entre siete y diez con una media de 3.95. el viejo Henderson sacó la botella del cajón de la mesa y bebió su trago. luego me la pasó. - y para colmo - dijo Henderson - enganché ladillas hace dos semanas. - vaya, jefe, lo siento. - no me llamarás jefe mucho más. - lo sé. pero no hay entrenador de béisbol que pueda sacar a esos borrachos del último puesto - dije yo, atizándome un buen trago. - y lo peor - dijo Henderson -, es que creo que fue mi mujer quien me las pegó. yo no sabía si reírme o qué, así que no hice nada. y entonces hubo una delicadísima llamada en la puerta de la oficina y luego se abrió. y allí apareció ante n
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