El amor joven es un lemming: nace para morir. Y te deja con ese tedio resentido que tú experimentaste por última vez cuando eras una adolescente que vivías en familia; ¿por qué no me dejas en paz, por qué no me comprendes, por qué no te mueres? Hasta que un día simplemente te vas, y mientras estás sentada en el autobús buscando con qué pagar el billete, cuentas las monedas sueltas que te quedan y descubres que has gastado diez años enteros de tu vida. La única diferencia estriba en que esta vez lo has hecho voluntariamente, y que cuando eras niña podías permitirte matar el tiempo. Pero ahora, cuando te miras al espejo, ves que es el tiempo el que te está matando a ti. Ves que ya no eres tan impecablemente joven; los golpes y los fracasos han ido dejando señales en tu cuerpo y en tu mente.

Comentarios

  1. El tiempo no tiene porque matar la imagen, da una diferente y en muchos casos, la mejora jeje
    Besitos!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog